jueves, 1 de junio de 2017

The Little Foxes (1941). William Wyler


A finales del siglo XIX, en una población sureña, la calculadora y despiadada Regina Giddens entabla una lucha sin cuartel contra sus hermanos para quedarse con la herencia familiar. En sus planes no tienen cabida los sentimientos, ni siquiera hacia su marido, un hombre honrado que regresa a casa después de sufrir una grave enfermedad. En medio de la asfixiante atmósfera creada por la desmedida ambición de su esposa, sólo encontrará calor humano en el amor de su hija.

La historia, dentro de su magnitud trágica, es muy simple, pero las actuaciones, con el debut en la pantalla grande de Teresa Wright y Dan Duryea y el sensible e incisivo tacto en la realización de William Wyler, quien ayudado por el talento en la dirección de fotografía de Gregg Toland, construye escenas memorables, como la que muestra la cruel pasividad de Bette en primer plano ante la desesperación de su agónico esposo subiendo las escaleras. (AlohaCriticón)

Willliam Wyler le pidió a Lillian Hellman que versionara su obra para la pantalla grande, y ésta con la colaboración de media docena de escritores agrupados en torno de la legendaria Dorothy Parker, consiguieron una obra perfecta. Si le sumamos además la excelente fotografía de Gregg Toland y la preciosista música de Meredith Wilson, solamente faltaba la maravillosa actuación de Bette Davis, a la que podemos recriminar sus enormes caprichos, pero jamás podremos censurar su trabajo cinematográfico, fue una Diva. (Vfoul en Film Affinity)

Los estudiantes de cine repasan una y otra vez dos escenas. En una de ellas, Oscar y Leo se afeitan frente a dos espejos, mientras mantienen una conversación inicialmente intrascendente, que deriva en un plan de robo. El espectador se debate entre atender al inquietante diálogo o mirar hipnotizado el hábil juego de espejos que multiplica las imágenes y que parece simbolizar la doblez de los personajes. En la segunda escena, Regina descarga su crueldad sobre Horace, hasta el punto de provocarle un ataque al corazón. Él le suplica que le baje sus medicinas pero ve cómo ella permanece inmutable, viéndole morir. La cámara permanece fija en la imagen impasible de la Davis, que desprende maldad en estado puro, mientras que al fondo se atisba a Horace, arrastrándose por las escaleras. Aparte de su valor técnico, este momento ocupa un lugar muy alto entre los más estremecedores de la historia del cine, compitiendo con la espantosa escena de Que el cielo la juzgue en que la protagonista contempla despiadada cómo su cuñado se ahoga en el lago. (María Eugenia Cuzmán en Aladar)

"Con un entendimiento perfecto de la flexibilidad de la cámara, el autor y Wyler han sacado de la obra teatral una historia tensa y acumulativa." (Bosley Crowther: The New York Times)

"Melodrama apasionante y atormentado, con la figura de una mujer malvada, ambiciosa y egoista como eje del relato. Davis ofrece un recital interpretativo y la extraordinaria fotografía del insigne Toland redondean esta inolvidable obra maestra." (Miguel Ángel Palomo: Diario El País)

Adaptación de la obra teatral de Lillian Hellman, en la que Bette Davis, en su papel de mujer desalmada y fría, consiguió la más estremecedora de sus interpretaciones. El tono morboso de la narración, apoyado por una puesta en escena que combina la exquisitez de la decoración con una planificación algo oblicua, se mantiene sin fisuras en unos resultados altamente satisfactorios. (Fotogramas)

Película estrenada en España el 23 de marzo de 1944.

Título español: La loba.

Reparto: Bette Davis, Herbert Marshall, Teresa Wright, Richard Carlson, Dan Duryea, Patricia Collinge, Charles Dingle, Carl Benton Reid.


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