lunes, 26 de septiembre de 2016

The Big Heat (1953). Fritz Lang


Un policía, Tom Duncan, se suicida dejando una carta en la que confiesa haber pertenecido a una banda de gángsters y la corrupción de ciertos altos funcionarios. Su viuda esconde la misiva con la intención de sacar provecho de ella. Mientras, el sargento Dave Bannion trata de resolver la muerte de Duncan. Sin embargo, el temor de sus jefes a que pueda encontrar alguna prueba comprometedora hace que Dave sea retirado del caso. No obstante, en su fuero interno cree que puede descubrir algo importante y decide continuar el proceso de investigación por su cuenta. Basada en un relato de William P. McGivern.

Al excelente guión, se une una maestría absoluta y un ritmo narrativo apoteósico, complementado por la extraordinaria ambigüedad moral de unos personajes que rallan por momentos la difícil línea de lo legal y lo ilegal, lo moral y lo inmoral.
Además en los aspectos técnicos la película no se queda atrás, pues a la intrigante banda sonora ensamblada por Daniele Amfitheatrof, se une una extraordinaria fotografía en blanco y negro a cargo de Charles Lang (que nada tiene que ver con Fritz) llena de sutiles y brillantes reminiscencias del famoso expresionismo del director austríaco.
Sin duda alguna esta es una magna obra paradigmática, influyente en la cinematografía posterior y de la que muchos cineastas se encargaron de encumbrar a la cima del olimpo del film noir. (Burton en Film Affinity)

Fritz Lang deja una poderosa película con un dominio, como siempre en su cine, de la puesta en escena y del lenguaje cinematográfico. No sólo deja unos personajes difíciles de olvidar: desde el mafioso poderoso (que en una escena lo encontramos en el salón de su casa donde el gran retrato de su madre domina todo y nos ‘cuenta’ mucho de ese extraño personaje), a la viuda fría o el matón sin escrúpulos. Sobrevolando por la ‘querida’ que ama, la mujer fatal que se redime (y que desde el principio muestra una rebeldía e inteligencia evidente así como un sentido de la libertad muy marcado: no soporta cómo todos los que la rodean giran y bailan alrededor del gánster poderoso) o el retrato de compañera ideal que refleja la esposa de Bannion (retrato muy años cincuenta… y muy interesante de analizar). Pero también imprimen un sello especial toda la galería de personajes secundarios que con solo una escena se convierten en necesarios (como esa anciana que apenas puede andar y que le da una pista al vengativo policía). Lang sabe ‘presentar’ con todos los contrastes necesarios los distintos lugares de la trama: el hogar del policía, la comisaria, la casa del mafioso, de la viuda, del matón de turno, los garitos, las habitaciones de hotel y garajes… Nos hacemos una idea del ‘espíritu’ de la ciudad. Es una película nocturna donde la iluminación y los claroscuros predominan y narran así como otros elementos claves: las lamparas que se encienden y se apagan, las sombras que delatan, los ruidos que sorprenden, las puertas que se abren violentamente o que se cierran. (El blog de Hildy Johnson)

Pocas veces en el cine clásico se ha visto un film tan violento como Los sobornados. Aun hoy sorprende su seca y fría brutalidad. No se ve sangre, pero hay escenas que ponen los pelos de punta, como el atentado en el coche o la famosa quemadura con el café hirviendo. Ford compone un protagonista genuino, atormentado, propio del género y, aunque es polizonte, actúa como un detective típico, siguiendo sus pistas de modo individual y dispuesto a todo con tal de encontrar a los responsables de la red de corrupción que impera en todos los ámbitos del gobierno local. La Grahame está soberbia –volvería a colaborar con Lang al año siguiente en Deseos humanos, también con Glenn Ford– y Lee Marvin es el perfecto matón, asesino y sádico, con una psicótica tendencia por torturar a las mujeres. (Decine21)

(Uno de los títulos más logrados de Lang). Lo es por su magnífica realización, a la vez funcional y brillante, con una gran economía narrativa, sin desperdiciar ni un solo plano ni subordinar el fondo a la forma, pecado que a veces cometen incluso los más grandes, abrumando al espectador con rutilantes fuegos de artificio y distrayéndole de lo esencial. Lo es por su guión, tan conciso como preciso, capaz de caracterizar a los personajes de un plumazo, a través de un detalle, un gesto, una mirada… También por sus diferentes interpretaciones, ajustadas y naturales, siempre al servicio de la historia, así como por su estilizado retrato del modo de vida americano, ya puesto de manifiesto nada más desembarcar en el país. (Fernando Cuesta en Ultramundo)

“Los Sobornados (The Big Heat)”, título que recoge parte de las formas expresionistas con las que Fritz Lang alcanzó el prestigio internacional desde Alemania, es una obra maestra y una desalentadora imagen del ciudadano anónimo en medio de las confabulaciones oscuras que nos rodean y manejan en nuestro contexto. (AlohaCriticón)

"Lang elabora una brutal película negra en la que la ambigüedad moral acecha a los personajes. (...) Una obra maestra." (Miguel Ángel Palomo: Diario El País)

Película estrenada en España el 22 de marzo de 1954.

Título español: Los sobornados.

Reparto: Glenn Ford, Gloria Grahame, Jocelyn Brando, Alexander Scourby, Lee Marvin, Jeanette Nolan.


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